CIUDAD DE MÉXICO.- Si eres de los que se sienten orgullosos de servirte un vaso de agua de horchata por ser “muy mexicana”, cometes un error porque es italiana.
Después de la de limón y la de tamarindo, en México, el agua de horchata es la tercera más popular y la mayoría de quienes la beben creen que es 100 por ciento invento mexicano.
Esta bebida refrescante fue creada en el Mediterráneo, lugar de donde llegó a México gracias a los españoles.
Su nombre se debe a una leyenda en la que se dice, una joven campesina la ofreció al rey Jaime I de Aragón.
Su nombre proviene del latín hordiatam, de hordia, cebada y según la Real Academia de la Lengua Española, el vocablo habría llegado al español a través del mozárabe, lo que explicaría la transformación consonántica a ch y el mantenimiento de la t, en lugar de la evolución natural que habría devenido en orzad’, semejante al italiano, orzata.
Con el paso del tiempo, y al extenderse su uso a otros lugares del mundo con distinta disponibilidad de ingredientes, la cebada sería sustituida por otros vegetales (cereales, tubérculos como la chufa, frutos como las almendras, así como el arroz y otros) resultando en diferentes tipos de horchata.
Todas estas versiones de horchata cuentan con una apariencia semejante a la que se realiza con chufa, que se caracterizan por su color blanco lechoso, aunque se añaden diferentes ingredientes y se elaboran bajo distintos procesos.
La primera receta de horchata que se conoce con ese nombre era de almendras, pepitas de melón y piñones, y data de 1748. La primera mención de horchata de chufa (más económica y popular que la almendra) data de 1762, en el tratado “Flora española ó Historia de las plantas que se crían en España» de D. Joseph Quer.
Pero, ¿cómo se hace la horchata tradicional de chufa? Todo comienza con el lavado del tubérculo, después se pasa a un molino para su triturarlo; se pone en maceración, se prensa varias veces y se obtiene el extracto final.