CIUDAD DE MÉXICO.- El mundo prehistórico fue extremadamente distinto a lo que se conoce en la actualidad, comenzando porque las temperaturas eran mucho más elevadas y no había hielo en lo que ahora son los polos, en donde incluso crecían frondosos boques.
Es probable que, durante la existencia de los dinosaurios, no había flores que podrían haber ayudado a mitigar un poco el olor que estas colosales bestias dejaban a su paso, pues la ciencia ha descubierto, gracias a excrementos fosilizados qué comían estos animales y cómo pudo haber olido el Jurásico.
Los científicos no conocen con exactitud a que habría olido un dinosaurio, pero están cerca de descubrirlo, solo el Tiranosaurio Rex, debió haber desprendido un fétido olor debido a que, entre sus dientes había una gran cantidad de carne podrida de sus víctimas.
Y no solo este animal, sino otros más que eran canivoros al igual que él, además de las enormes montañas de excrementos que dejaban los gigantes titanosaurios debieron dejar un rastro de olores poco agradables para los humanos de la actualidad.
Lo anterior sumado a las altas temperaturas debió haber conformado un caldo de olores nauseabundos.
De acuerdo con paleontólogos, es posible que el excremento de dinosaurio oliera parecido a popo de vaca, de elefante en alguna reserva y otros herbívoros actuales de gran tamaño.
Hasta ahora se desconoce si depredadores como el T. rex o Carnotaurus tenían algún método para limpiar de sus dientes los trozos de carne que arrancaban de sus víctimas, sin embargo, se conoce que, tras darse un festín, quedaban trozos de piel y carne pudriéndose entre los dientes.
De ahí que los especialistas suponen que con solo abrir sus fauces estos animales desprendían un nauseabundo hedor que podría haber mareado a cualquiera cerca y que sería similar al de una carnicería que llevara semanas abandonada.
Fue en 2001 cuando el Museo de Historia Natural de Londres intentó reproducir el olor del tiranosaurio rex y su ambiente.
Fue entonces cuando se percataron de que probablemente el olor a carne podrida y sangre de animal podía haber incomodado a los visitantes, así que solo conformaron olores que imitaran el entorno de hace unos 65 millones de años. Así, rociaron el escenario de la exposición con una combinación de orina de jaguar, salsa de calderas, ciervo salvaje, aceite lubricante, basura, cañería de desagüe, pescado ahumado y ozono.