LONDRES.- Tiziana Di Costanzo prepara masa para pizzas desde cero, mezclando la harina, levadura, un toque de sal, un poco de aceite de oliva y algo más inusual: grillo molido.
Di Costanzo es una emprendedora en la industria de los insectos comestibles que ofrece clases para cocinar grillo y gusano de la harina en su casa en Londres, donde además cría los insectos en el patio que comparte con su esposo, Tom Mohan.
Su nueva empresa, Horizon Insects, es parte de la naciente escena de insectos comestibles en Europa, que incluye decenas de negocios que ofrecen desde chips de grillo en la República Checa y hamburguesas de insectos en Alemania hasta cerveza de escarabajo en Bélgica. La sede central de la Unión Europea en Bruselas respalda además estudios sobre proteínas basadas en insectos como parte de un estudio a gran escala sobre de estrategias de alimentación sostenibles.
A medida que la creciente población de la Tierra ejerce aplica una mayor presión sobre la producción global de alimentos, los insectos son vistos cada vez con mayor frecuencia como una fuente viable de comida. Los expertos afirman que son ricos en proteínas y pueden ser criados de forma más sustentable que la res y el cerdo.
En el mundo, 2 mil millones de personas en 130 países comen insectos de forma regular. El mercado global para insectos comestibles se encamina a un auge, de acuerdo con el banco de inversiones Barclay’s, que cita datos de Meticulous Research que pronostican un crecimiento de menos de mil millones de dólares en 2019 a 8 mil millones para 2030.
Pero, a pesar de todas estas empresas europeas que trabajan para hacer de los insectos algo apetecible, no esperen que aparezcan pronto en restaurantes convencionales. Una razón para ello es un fuerte rechazo cultural en los países occidentales que Arnold van Huis, un profesor de entomología en la Universidad de Wageningen en Holanda, asegura que será difícil de cambiar.
Es difícil cambiar la forma de pensar de la gente, pero los insectos son un alimento absolutamente seguro, quizá más nutritivo que los productos cárnicos”, con el único riesgo de las alergias, porque los insectos están estrechamente relacionados con crustáceos como el camarón, dijo van Huis.
En lugar de ello, los humanos podrían terminar consumiendo más insectos de manera indirecta, ya que el mercado más prometedor es el de alimento para animales.
En 2017, la UE aprobó la proteína de insectos para uso en alimentos para granjas de peces. Reguladores federales en Estados Unidos aprobaron en 2018 su uso para alimento de pollos, al tiempo que la aprobación de la UE para alimentar aves de corral y cerdos podría llegar a finales de este año.
Los cambios en las regulaciones también han facilitado las cosas para las compañías europeas que buscan promover los insectos comestibles directamente a los consumidores.
Previamente, la UE no los regulaba porque no eran considerados alimentos, lo que dejó a los diferentes países del bloque imponiendo sus propias reglas. Para unificar el criterio en el continente, la UE lanzó en 2018 una directriz que cubre los insectos, pero requiere aprobaciones para especies individuales, lo que abre el camino para su autorización.