WASHINGTON.- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, nunca admite una derrota. Pero ahora afronta una difícil decisión tras la victoria electoral del demócrata Joe Biden: admitirlo con elegancia por el bien del país, o no hacerlo, pero ser expulsado de la Casa Blanca igualmente.
Después de casi cuatro días de agónico conteo que llevaron a la victoria de Biden el sábado, Trump seguía insistiendo en que la batalla no había terminado. Arrojó acusaciones sin base de fraude electoral, prometió una sucesión de procesos judiciales y publicó tuits en mayúsculas insistiendo que había “GANADO ESTAS ELECCIONES. POR MUCHO”.
No se esperaba que Trump aceptara nunca de forma oficial su derrota, según personas cercanas al mandatario, pero era probable que, aunque reacio, abandonara la Casa Blanca al final de su mandato. Sus esfuerzos continuados por describir los comicios como injustos están considerados como un intento de aliviar el golpe a su ego y de mostrar a sus leales seguidores que sigue luchando. Eso podría ser clave para mantenerles motivados para el siguiente acto.
Piensa pelear”, dijo el asesor económico de Trump Larry Kudlow cuando empezaba a estar claro que el presidente iba a perder.
¿Admitiría alguna vez Trump que había perdido? “Lo dudo”, dijo el viejo amigo y asesor de Trump Roger Stone, al que el presidente indultó hace poco. Como resultado, dijo Stone, Biden tendrá “una sombra sobre su presidencia, en la que la mitad de la gente del país cree que fue elegido de forma ilegítima”.
Algunos de sus aliados sugirieron que si Trump quiere crear un imperio mediático en los próximos años, tiene un incentivo para alargar el drama. También si quiere dejar la puerta abierta a un regreso en 2024, cuando sólo sería un año mayor que Biden ahora.
Muchos en su círculo más próximo le siguen animando, como su abogado personal, Rudy Giuliani. El exalcalde de Nueva York ha prometido entregar al presidente pruebas de fraude electoral, pero no ha mostrado gran cosa, ni siquiera en una conferencia de prensa que celebró el sábado en el estacionamiento de una pequeña empresa de jardinería de Filadelfia junto a una librería para adultos.
También los hijos adultos de Trump, Donald Jr. y Eric, han instado a su padre a seguir peleando y reclamado a los republicanos que les apoyen.
Sin embargo, otros aliados políticos y empleados de la Casa Blanca han presionado a Trump para que cambie su mensaje hacia una transición pacífica. Le han insistido en que la historia juzgará con dureza cualquier acción que tome y que se perciba como socavar a su sucesor. Y le han recomendado que ofrezca un discurso esta semana prometiendo apoyar el traspaso de poder.
El destacado asesor y yerno de Trump, Jared Kushner, ha dicho a otras personas que ha instado al presidente a aceptar el resultado electoral, aunque el mandatario no acepte cómo se produjo.
En Fox News, donde los presentadores en horario de máxima audiencia ejercen una enorme influencia sobre Trump, Laura Ingraham dio voz a la creencia del presidente de que los comicios fueron injustos, aunque también le pidió que piense en su legado -y en mantener su influencia sobre nombramientos futuros del Partido Republicano- y abandone el cargo con dignidad.
Sí y cuando sea el momento de aceptar un resultado desfavorable en estas elecciones, y esperamos que nunca llegue, el presidente Trump debe hacerlo con la misma gracia y compostura que mostró en esa asamblea vecinal con Savannah Guthrie”, dijo el jueves. “Si se centra en llevar al país hacia delante, eso sólo hará más significativo el legado del presidente Trump”.
Este despacho está basado en entrevistas con más de una docena de colaboradores y aliados de Trump, muchos de los cuales hablaron bajo condición de anonimato para comentar conversaciones internas.
El hecho de que el traspaso pacífico de poder llegara a ponerse en duda refleja las rompedoras costumbres del presidente saliente, que ni siquiera en su victoria admitió haber perdido el voto popular en 2016.
La mayoría de sus colaboradores creían que el presidente se tomaría el fin de semana para trazar un plan, que casi con certeza incluiría más procesos legales. Pero algunos asesores creían que los pleitos eran más una cuestión de aparentar una lucha que un intento de obtener resultados reales.
Había algunos indicios de que Trump se movía hacia una posición menos combativa, aunque seguía quejándose con indignación ante sus colaboradores, recuperando agravios sobre la investigación relacionada con Rusia iniciada durante el mandato de su predecesor, Barack Obama.