CIUDAD DE MÉXICO.- El Canciller Marcelo Ebrard se despidió de los funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), acompado de su esposa Rosalinda Bueso, entre vítores de sus colaboradores y música de mariachi.
Tal como lo adelantó el martes, Ebrard dejará el cargo el próximo lunes para dedicarse de lleno a promocionar sus aspiraciones de ser el candidato de Morena a la presidencia de la República en 2024.
Cuando llegas a una posición siempre debes de tener claro que te vas a ir, todas las posiciones son así. Entonces, ahora viene otra etapa que también hay que ver con mucha alegría, con mucho entusiasmo, igual que cuando empezamos aquí en la Secretaría de Relaciones Exteriores», dijo.
Visiblemente emocionado, Ebrard hizo un repaso de los cuatro años y medio que estuvo al frente de la política exterior mexicana, particularmente de aquellos pasajes difíciles que le tocaron sortear.
La tensión que tuvimos con el Presidente Trump, que nos quería poner aranceles; o el diferendo que hubo cuando detuvieron al General Cienfuegos en los Estados Unidos sin fundamento.
Hemos defendido la voz de México en todo, en todos lados, igual cuando se mandó la misión para salvar, evacuar, al presidente Evo Morales, ante la inminencia, incluso, de un golpe en contra de su vida», resaltó.
El todavía Canciller consideró que durante la Administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, México se caracterizó por recuperar su voz y confianza en sí mismo en el escenario internacional.
Nos tocó la experiencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Somos el primer país fuera de Europa que tiene una política exterior feminista, la tercera del mundo: Suecia, Noruega y México. Somos una nación escuchada y respetada en todo el mundo», aseveró.
Bueso se encargó de develar un cuadro de Ebrard, en el que el funcionario de 63 años luce más de delgado y rejuvenecido.
El cuadro, que es un retrato que se elabora a todos aquellos que ocupan la Cancillería, sostuvo Bueso, fue una sorpresa para su marido.
Es una sorpresa para Marcelo, él no sabía», dijo.
El Canciller vio la pintura, sonrió y aceptó que el retrato era una mejor versión de su persona.
Quedé mejor», soltó ante la algarabía de los asistentes.